Hasta aquí llegó. Se acabó lo que se daba. El rotatorio de prácticas de Clínica Avanzada en el Gregorio Marañón ha llegado a su fin. Un mes y medio después estoy en disposición de afirmar que este ha sido el mejor rotatorio de todos.
Porque he estado en unidades muy diferentes con equipos muy distintos. En ocasiones he aprendido mucho para mi futuro profesional, pero el trato personal en la unidad no era tan adecuado como podía ser. Otras veces el equipo me ha recibido con los brazos abiertos y dispuestos a ayudarme a adaptarme, pero la unidad tampoco tenía tanto para aprender como en otras. En este rotatorio puedo decir que he tenido ambas cosas.
Puedo decir que siempre he sido bien recibido. Desde que llegué hasta ayer mismo me he sentido uno más del equipo, excediendo quizás incluso de la confianza de alguno. Tenía ganas de acudir cada tarde, porque sabía que allí iba a estar tranquilo y acogido. Incluso enfermeras o auxiliares con las que no he podido compartir demasiado tiempo por incompatibilidad horaria me han tratado como si fueran ellas las responsables de mi rotatorio.
Pero no solo eso. Puedo decir también, debo decir también, que he aprendido más que en ningún otro rotatorio. Todos tenían mucho que aportarme, y lo mejor de todos es que estaban dispuestos a hacerlo. Porque muchas veces uno se encuentra con gente con una profesionalidad y unos conocimientos dignos de mención, pero sin la capacidad de transmitirlos a los demás. No ha sido el caso. Hoy puedo decir que me voy habiendo aprendido algo de todos y cada uno de los miembros del equipo sin miedo a equivocarme y seguro de no estar exagerando. Formas depuradas de realizar técnicas, conocimientos fisiológicos aclarados que no tenía muy claros en mi cabeza, utilidades y acción de determinados fármacos, tratamientos de patologías que no había escuchado, maneras de afrontar la comunicación difícil con la familia, mejores y más concisos y completos registros de enfermería, estrategias para contar el parte y recibirlo, formas de valoración del paciente, habilidades para ganarme la confianza del paciente... El arsenal de aprendizaje con el que me voy es tan grande que no puede caber en una sola entrada de blog. Ni en un blog entero.
¿Y ahora qué queda? Pues dar las gracias. Creo que lo más justo es agradecer a todos todo el trabajo que han realizado para que yo estuviera cómodo y desarrollara el enfermero que, cohibido, corre en mi interior. Así que lo justo es dar las gracias a todos y cada uno de los miembros del equipo, enfermeras y auxiliares, que han transformado este rotatorio de universidad en una experiencia personal difícil de olvidar. Sin más, gracias, y hasta siempre.