Hoy me he encontrado esta reciente noticia en el diario La Voz de galicia: Una enfermera en prácticas inyecta café con leche en una vena. Una chica de 23 años en prácticas cuya defensa fue que "como estaba todo junto, cualquiera se confunde". Horas después la paciente falleció.
Hay cosas que no pueden pasar, que nunca deben ocurrir. Cierto es que no somos perfectos. Podemos equivocarnos en muchas cosas: las derivaciones de un electrocardiograma, olvidar retirar el compresor antes de sacar la aguja... Despistes pueden ocurrir mil con consecuencias leves. Pero hay cosas que son imperdonables, como esta. Imperdonable es administrar algo sin saber bien dónde va, repartir la medicación y confundir pacientes o administrar inhaladores por vía intravenosa. Los errores en medicación son los que más consecuencias letales pueden acarrear al paciente.
Pero no son los únicos que importan. Mientras realizamos una cura de úlcera por presión mediante desbridamiento quirúrgico, no podemos permitirnos el lujo de cortar un tendón creyendo que es un esfacelo. No podemos contaminar al paciente durante la colocación de una sonda vesical. Estos errores quizás no sean tan significativos y determinantes en cuanto a mortalidad, pero desde luego que el daño que producen en el paciente y la repercusión que pueden tener en su estado de salud es importante.
La nuestra es una profesión en la que trabajamos con personas. Y eso es lo que hace de esta profesión un bonito trabajo, una bonita manera de ayudar a los demás y una bonita manera de ganarse la vida. Los pacientes nos puede aportar muchas cosas, pero tenemos que tener siempre en cuenta que son pacientes, cada uno con su gravedad. Y nosotros como enfermeros vamos a influir siempre en su recuperación, tanto para bien como para mal. Por ello hay determinadas cosas que no pueden ocurrir, errores que la enfermería no puede darse el lujo de permitirse. Porque un informático puede instalar un software equivocado en un ordenador que vale miles de euros, y un banquero cargar dinero en una cuenta equivocada. Pero nuestros errores pueden acabar con la vida del paciente, como en este caso. Y teniendo esto en cuenta cada vez que vamos a administrar algo, por ejemplo, seremos mucho más prudentes y comprobaremos dos, tres, o las veces que haga falta, lo que estamos administrando.
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