jueves, 22 de noviembre de 2012

DÍA 24: Triage


La palabra triage proviene del francés triage, que significa clasificación. El triage hospitalario consiste en la clasificación de los pacientes según la gravedad de sus problemas o lesiones con el fin de identificar la prioridad asistencial con los recursos disponibles. Estos días de urgencias, yo estoy con Mónica (la enfermera) en una de las salas de triage. Los pacientes acuden a urgencias, se registran, y a continuación esperan a que alguna de las tres consultas de triage les llame. Pues en una de esas es donde yo me encuentro últimamente. El paciente cuenta qué es lo que le sucede, y en función de ello nosotros le destinamos a un lugar diferente.

Existen varios sistemas de triage a nivel de urgencias, si bien hay también otros para grandes catástrofes. El modelo utilizado en el hospital Gregorio Marañón es el sistema Manchester. Este establece una escala de colores de cinco órdenes diferentes según gravedad de la siguiente manera:


Existen también otros modelos muy utilizados en otros servicios de urgencias, como pueden ser el modelo andorrano o la escala australiana. Sin embargo, todos ellos cuentan con cinco niveles de clasificación y se basan en síntomas clave y algoritmos.

En urgencias, el triage tiene un objetivo muy diferente que en grandes catástrofes. Aquí no solo se busca la rápida identificación de los pacientes en riesgo vital. Aquí también se determina el área más adecuada para tratar a un paciente que acude a un servicio de urgencias. Por ejemplo, una persona con dolor abdominal será tratada por medicina interna, mientras que una con una alteración visual será tratada por oftalmología. Esto que parece tan evidente, tiene que hacerlo alguien. Y es aquí.

Por ello se puede decir que el sistema de triage tiene gran responsabilidad del funcionamiento de un servicio de urgencias. Una clasificación bien realizada provoca que cada paciente vaya a su sitio y que no haya colapso en ningún lugar. Esto parece fácil de ver, pero lo menos evidente es lo contrario: las consecuencias de una mala clasificación. Un paciente que es enviado a un lugar donde no se le puede tratar y desde ahí es preciso volver a ubicarlo, unos síntomas que a nosotros nos parecen menores y terminan complicándose en una sala de espera... Todo se resume en dos cosas. Por un lado, el colapso hospitalario en urgencias. Si derivamos todo al mismo lugar, la calidad asistencial no será igual que si cada uno trata lo que le toca. Y esto a su vez repercute en lo segundo, lo más importante: la salud del paciente. Parece evidente saber diferenciar un paciente crítico de uno estándar. Pero uno urgente de uno estándar, o de uno emergente, es ya más sutil. La diferencia entre uno u otro puede ser que un paciente clasificado como amarillo porque aparentemente se encontraba bien tenga que pasar en veinte minutos al cuarto de shock. O que lo que nosotros creíamos que era verde y esté en un sillón de la zona de ambulantes de repente pierda el conocimiento y en su caída sufra un traumatismo craneoencefálico, aspecto que se puede evitar si el paciente permanece en una cama. El triage no puede permitirse dudar en nada, ni siquiera en el lugar de destino. Que un paciente sea derivado a una determinada especialidad, y luego esta lo considere de otra, supone más que tiempo de espera: supone tiempo de empeoramiento y molestia para el paciente.

Al principio de la semana sí que me encontraba un poco perdido aquí, pero la verdad es que al segundo día ya me hice con la mecánica incluso del sistema informático (con lo negado que soy yo para ello). La clave me la dijo Mónica. "¿Cómo diferencias un amarillo de un verde, por ejemplo?", le pregunté después de que una paciente viniera con dolor abdominal en fosa ilíaca derecha y lo clasificara ella como amarillo. "Al fin y al cabo, esto solo es un dolor". "Lo importante a la hora de clasificar no es lo que le ocurre al paciente, sino lo que le pueda ocurrir" me contestó ella. Tras unos minutos de reflexión lo comprendí claramente. Un dolor abdominal no es solo eso, puede ser una apendicitis aguda. Lo verdaderamente importante no son las manifestaciones clínicas, sino las posibles complicaciones potenciales que estas puedan desatar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario