jueves, 29 de noviembre de 2012

DÍA 30: Custodia policial


El rotatorio va llegando a su fin, y todavía no he hablado de un aspecto que me parece muy interesante. Hablo de un sector de pacientes que, cuanto menos, llaman la atención. Me refiero a esos pacientes que tienen al lado de su cama permanentemente dos policías. Pacientes que provienen de centros penitenciarios o similares, y que precisan ser custodiados de forma continua.

La primera vez que lo vi me llamó mucho la atención. Pregunté a mi enfermero si se tenía alguna precaución especial con ellos en lo relativo a la seguridad, o la situación de su cama en la unidad. Me comentó que allí estaban solo de paso, que existe una unidad de custodiados destinada a pacientes con esas características. También me comentó que no había más actuaciones de cara a ellos que con los otros pacientes. Al fin y al cabo, también ellos tienen el derecho a la protección de su salud...

La verdad es que todavía hoy, cada vez que veo que un paciente está custodiado, hay algo que me dice en mi interior que tenga cuidado. Esto realmente es una falta de profesionalidad, puesto que son pacientes como los demás, y precisan de nuestros cuidados de la misma manera que los que se encuentran a su lado. Soy consciente de que es un aspecto que tengo que mejorar. Sin embargo siempre que me acerco a ellos de para cualquier cosa siento algo de inquietud. De manera externa les atiendo igual (o eso intento), pero en realidad por dentro pienso que tengo que tener un poco más de cuidado, que tengo que aumentar mis precauciones.

Por otro lado veo también a las familias de los pacientes del resto de la unidad, que los miran con desconfianza y rechazo. Comprendo también lo que estas familias pueden estar pensando. No solo tienen que soportar la mala experiencia que supone siempre una estancia hospitalaria, sino que además tienen que convivir con un delincuente. Porque en realidad nadie sabe por qué están allí. O mejor dicho, con esa compañía. Nadie sabe qué tipo de delito se ha cometido, y lo cierto es que esa sensación genera inquietud e inseguridad... Además, en todas las situaciones que yo he visto, los policías tampoco están prestando especial atención al enfermo, sino que se entretienen con un libro o conversaciones por el móvil.

La pregunta es, ¿qué prevalece? ¿El derecho de un paciente a conservar su seguridad? ¿O el derecho de un paciente a tratar su salud, sea cual sea su situación? Yo creo que la respuesta es ninguno. O mejor dicho, los dos. Todo el mundo tiene que sentirse seguro en un hospital, y no nos engañemos. A nadie le da seguridad saber que la persona de al lado proviene de una cárcel. Pero eso no es motivo para arrebatar a nadie su derecho a conservar la salud. Tendremos que aprender a convivir con este tipo de situaciones. Tendré que aprender a trabajar con este tipo de circunstancias.

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