miércoles, 28 de noviembre de 2012

DÍA 29: Lógica pura


Mi transcurso por el rotatorio de Clínica Avanzada va llegando a su fin. Es una pena, porque es ahora, casi un mes y medio después, cuando mejor me siento. Creo que en este rotatorio estoy consiguiendo lo que más me cuesta: encargarme de los cuidados de un paciente. Ya no me importa tanto canalizar vías, extraer muestras sanguíneas o coger práctica con los sondajes. Este tiempo estoy enfatizando más en saber cómo llevar un paciente, interpretar que los resultados analíticos, analizar signos y síntomas importantes en cada patología... Antes me limitaba a hacer lo que me dijeran, y ahora voy siendo yo quien dice qué hay que hacer. Por eso creo que es una pena que justo ahora, cuando mejor me siento, termine.

Y es que cada día aprender es obligatorio, y no siempre a base de conocimientos teóricos y términos clínicos. Hoy he aprendido la importancia de la lógica. Todo empieza cuando baja un paciente para que le sea colocado un tubo de tórax con el fin de evacuar la cavidad pleural mediante un drenaje pleure-evac. Mientras se realizaba la incisión, me he preguntado por qué se realizaba en ese punto exacto del tórax, y no más caudal o craneal. "¿Tú qué crees?" me ha contestado la enfermera. Yo he puesto a reorganizar la biblioteca de mi cabeza. He buscado entre mis apuntes de los tres años, lo que los profesores me dijeron y los fundamentos fisiológicos que conozco. Me he cuestionado si tenía que ver con la permeabilidad alveolar en esas zonas, o con el tipo de nervios que por allí pasaban. Cuando ya no he podido más, le he dicho a la enfermera que no sabía. La respuesta era bien sencilla. "Es un hemotórax. La cavidad se llena de abajo a arriba. Por eso han pinchado en la base de los pulmones". Así de simple. El líquido se acumula en la base, mientras que si fuera un neumotórax el gas ascendería y permanecería en los ápices. Lo primero que pensé fue "pero que tonto eres...". Lo segundo que se me vino a la cabeza fue una clase de mi segundo año de carrera.

Para situar la escena, diré que estábamos en la asignatura de Urgencias en Enfermería. El profesor estaba impartiendo el tema del paciente politraumatizado, y nos estaba explicando las diferencias entre neumotórax y hemotórax. Llegado un momento, nos proyectó la siguiente imagen:


A continuación nos preguntó: "¿Qué se está drenando, un neumotórax o un hemotórax?". Toda la clase permaneció en un silencio absoluto. Lo cierto es que yo no soy muy de hablar y participar en clase, pero sí que pienso y reflexiono para mí mismo todo lo que se cuestiona. "Es un neumotórax" dije en voz baja. Sin embargo, parece que no fue tan baja como yo creía, puesto que el profesor me preguntó: "¿Y por qué?". Como ya no había marcha atrás, y pese a la vergüenza que a mí me da la posibilidad de quedar en ridículo ante todos mis compañeros, contesté "porque si fuera un hemotórax se vería la sangre saliendo". Mi profesor me miró, giró la cabeza a los demás, y contestó "es evidente". La clase siguió su curso.

Muchas veces tendemos a buscar explicaciones complejas. En ocasiones basamos nuestros cuidados o tratamientos en estudios realizados y fundamentos fisiológicos para demostrar a los demás que sabemos de lo que estamos hablando. No seré yo quien niegue la importancia del conocimiento y la actualización del mismo, ni de la utilidad de los grandes libros de enfermería que existen, puesto que los considero imprescindibles para el ejercicio de la profesión. Sin embargo hay algo todavía más importante si cabe: el sentido común. Hay ocasiones en las que la respuesta que buscamos la podemos encontrar de una forma tan sencilla como usando la lógica. Y es que no podemos dejar que todos los conocimientos, todo lo aprendido en clases o en la práctica, nieble lo más humano que puede tener una persona: la evidencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario