Ayer en el seminario de RCP se comentó un aspecto que yo ya había observado en la unidad, aunque no había hablado del mismo en ninguna entrada anterior. Me refiero a la confidencialidad de los datos del paciente. Hoy en día está muy de moda, dada la importancia de las redes sociales en el mundo, hablar de la Ley Orgánica de Protección de Datos. Conceptos como privacidad aparecen como mínimo una vez en los diarios. Probablemente, uno de los sectores que más trabajan con datos personales del paciente sea el nuestro. ¿Somos conscientes de ello? Yo creo que no.
Creo que hay dos formas de arrojar datos del paciente, una directa y una indirecta. Yo todavía no he visto a nadie desvelar datos personales a personal no sanitario de manera directa. Nadie habla de los datos de un paciente por teléfono con alguien que dice ser un familiar. Los informes están estrictamente controlados para que no salgan del recinto hospitalario, y en caso de que alguien publique una foto que considera interesante para el conocimiento y la divulgación científica, es imprescindible el consentimiento del paciente.
Ese aspecto lo tenemos muy claro. Pero, ¿no revelamos datos personales indirectamente? En mi unidad actual, toda la información realtiva al paciente está archivada en una carpeta a los pies de la cama. Analíticas, alergias, enefrmedades, adicciones... Toda la información se encuentra en esa carpeta, y esta siempre se encuentra abierta. Esto facilita el seguimiento del paciente, la agilización del trabajo y la rápida actualización de los datos. Todo el mundo tiene mucho cuidado a la hora de revelar datos de manera directa, y en caso de duda decide no hacerlo. Sin embargo, durante el tiempo de visitas, allí puede pasar todo el quiera para estar con su familiar, amigo o lo que sea. Lo importante es que lo primero que se encuentra es una carpeta con toda la información. Yo no me di cuenta de esto hasta que un día vi cómo una alumna de auxiliar "perdió" un minuto en cerrar todas las carpetas durante el tiempo de visitas. Era tan fácil de hacer... y nadie lo había hecho.
Parece una tontería, al fin y al cabo son sus familiares. ¿Qué más da que miren o no los datos del paciente, si al final se lo va a decir él mismo? Yo he podido comprobar que no siempre es así. Recuerdo un paciente que ingresó por una cetoacidosis diabética, llegando de observación. El paciente padecía de SIDA. Al llegar a la unidad, y un rato antes del tiempo de visitas, nos comentó que no dijeramos nada acerca de su enfermedad, que prefería que no lo supieran. Nosotros tomamos las medidas necesarias (las que siempre deberíamos tomar), tales como la retirada de la carpeta o guardar los retrovirales en su lugar, que estaban preparados para cuando hubiera que administrarlos. Nosotros no somos nadie para juzgar la información que una persona le quiera dar a los demás acerca de su estado. Nosotros somos enfermeros, y no me cansaré de repetir que nuestro trabajo es cuidar y asistir al paciente en su recuperación. A veces cuidar se traduce en unos procedimientos clínicos cualificados, otras veces en la empatía con el paciente. Esto también es cuidar. Cuidar su seguridad personal, su confianza, su autonomí y su derecho a decidir. Y no se nos debe olvidar.
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