viernes, 19 de octubre de 2012

DÍA 4: Cardioversión


Poco a poco ya me voy adaptando a la nueva unidad. Cada día soy más consciente de dónde estoy, de la situación de los pacientes. Cada vez voy notando menos la diferencia y me acostumbro más a este tipo de unidades. Probablemente, la semana que viene ya estaré tan situado que lo que me resultaría difícil sería volver a una unidad de hospitalización como las anteriores en las que he estado...

Del día de ayer voy a destacar un par de cosas, aunque todas tienen que ver con lo mismo. Para ello, os voy a presentar a una paciente, cuyo nombre pongamos que sea Elena. Elena acude al hospital después de sentir palpitaciones, aunque en ningún momento refiere dolor torácico. Desde la urgencia del hospital se le hace un electrocardiograma, en el cual se puede observar una fibrilación auricular de libro. Desde ese momento, Elena ingresa en la Unidad de Alta Dependencia para iniciar una cardioversión farmacológica a base de amiodarona. Esto es alrededor de las nueve de la noche del miércoles. Así se mantiene la situación durante toda la noche y la mañana. A la tarde del jueves (ayer), observando que la fibrilación no remitía con la amiodarona, los médicos deciden avanzar al siguiente escalón: la cardioversión eléctrica.

Una cardioversión eléctrica consiste en la aplicación de una descarga eléctrica directa al corazón, con el fin de restaurar el ritmo sinusal del mismo. La diferencia principal entre una cardioversión y una desfibrilación es que, mientras en esta última la descarga se da a cualquier nivel de onda, en la primera la descarga está sincronizada con el ritmo cardíaco del paciente. En la cardioversión es preciso sedar al paciente.

Eran alrededor de las cinco y media. Yo me encontraba con mi enfermera valorando, monitorizando y constanteando pacientes, cuando me propuso que fuera a ver dicha cardioversión, alegando que no era algo que se viera normalmente. De hecho, la enfermera solo había participado en una. Así que allí fui, a la cama de Elena, que tenía una frecuencia cardíaca de 90 lpm. Allí se encontraban la doctora y dos residentes de medicina, además de dos enfermeras que iban a asistir en el proceso. Desde ese momento, a Elena le colocaron los electrodos, con el desfribrilador y el ambú colocados a su lado. Poco a poco fue llegando más gente. Otra enfermera, una auxiliar con sus dos alumnas, otros dos médicos... Llegué a contar doce personas alrededor de la cama de Elena haciendo nada, simplemente esperando a que llegara el médico que iba a guiar el procedimiento. Parecía todo un acontecimiento. Y, en medio de todo, ajena a lo que pasaba a su alrededor, ella. Elena veía cómo la enfermera preparaba el propofol para sedarla, cómo colocaban el desfibrilador a su izquierda... Escuchaba todas las conversaciones, entre médicos y enfermeras, ente enfermeras y alumnos, entre alumnos entre ellos... Todo a la vez. Su frecuencia cardíaca cada vez era mayor. Todo el mundo le decía que estuviera tranquila, pero cada vez había más gente a su alrededor hablando unos con otros, y nadie con ella. Tenía 150 lpm. Finalmente, a las seis llegó el médico y la cardioversión se realizó con éxito. Tras una descarga de 150 J la fibrilación auricular pasó a ser un ritmo sinusal como por arte de magia. "Esto no siempre es así de fácil" me comentó la enfermera.

Después del ajetreo pregunté a la enfermera "¿Por qué han tardado tanto?". No hubo respuesta alguna, nada más que un suspiro de resignación, una leve sonrisa y un movimiento de asentimiento. Ella pensaba lo mismo. Desde que comenzó la gente a aglutinarse alrededor de la cama hasta que se llevó a cabo el proceso pasó media hora. Treinta largos minutos que a Elena le bastaron para ponerse nerviosa y preguntar por qué había tanta gente con ella, y a la vez se sentía tan sola. Treinta largos minutos en los que su mente ideaba diferentes finales para algo que, a fin de cuentas, no sabía qué era. Solo sabía que tenía un desfibrilador al lado y veinticuatro ojos puestos en ella. ¿No habría sido mejor evitar todo esto? Yo creo que se podría haber empezado en el momento preciso, no con media hora de angustia para la paciente. Entiendo la gente alrededor, y los alumnos (entre ellos yo, evidentemente) formulando preguntas repetidamente, pero podría haberse hecho cuando Elena estuviera sedada. Y es que a veces, en medio de los procedimientos y las técnicas, nos olvidamos de lo verdaderamente importante: el paciente.

1 comentario:

  1. me gustaría introducirte alguna pregunta:
    debe el paciente estar acompañado por algún familiar o amig@ para disminuir su nivel de ansiedad???con los sistemas de simulación actuales...deben los estudiantes estar presentes en la realización de la misma o son un elemento de distracción y estrés??

    cuales son los escalones de tratamiento de la fibrilación auricular??

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