Ayer fue un día más relajado de lo normal en la unidad. El ajetreo de otras jornadas había dejado una tranquilidad casi absoluta. Esta situación, qeu aparentemente puede resultar contraria al aprendizaje, me dio pie a indagar más en el seguimiento de un paciente en concreto. Voy a hablar de Juan, un hombre de 45 años, exfumador de 45 cajetillas al año. Juan padece una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) desde hace siete años. Estando en un bar de la ciudad, comienza a sentirse más fatigado, y empieza a sentir una opresión en el pecho, de forma que llama rápidamente al SUMMA. A su llegada a urgencias refiera más malestar, y su disnea se encuentra aumentada, de manera que pasa a la ADA para observación y monitorización continua.
A su ingreso en la unidad, Juean presenta una Fc de 97 lpm, TA de 132/72, saturación de 93% con ventimask al 28% y taquipnea de 42 rpm. Refiere encontrarse mejor, que la sensación de opresión es más leve, aunque continua estando. Se trata de un claro ejemplo de reagudización del EPOC. Se le realiza un electrocardiograma y se espera para ver cómo evoluciona. A las 19h la situación de Juan es la misma, por lo que los médicos deciden ponerle una máquina de CPAP.
¿Qué es la CPAP? Se trata de un acrónimo que viene del inglés "coninuous positive airway pressure" (presión positiva continua en la vía aérea). Se trata de un mecanismo por el cual se introduce aire al paciente de manera continua con presión positiva. En este caso, la indicación de dicho dispositivo se da para estabiliar la taquipnea del paciente, aunque es más conocido por el tratamiento domiciliario de elección para apnea obstructiva del sueño o incluso de EPOC, como bien refleja la literatura:
- Tomfohr LM, Ancoli-Israel S, Loredo JD, Dimsdale JE. Effects of continuous positive airway pressure on fatigue and sleepiness in patients with obstructive sleep apnea: data from a randomized controlled trial. Sleep. 2011; 34: 121-126.
- McArdle N, Singh B, Mupgy M. Continuous positive airway pressure titration for obstructive sleep apnea: automatic versus manual titration. Thorax. 2010; 65: 606-611.
El funcionamiento es bastante sencillo. Basta con introducir los valores deseados en cuanto a los parámetros requeridos (FiO2, Fr, Presión) y el dispositivo introduce una corriente constante de aire a presión positiva. Los parámetros pueden irse ajustando conforme a la evolución del paciente.
Una vez iniciada la CPAP, Juan mejoró bastante. Pasó a tener Fr de 23 rpm y saturación de 96%. Estuvo dos horas con el dispositivo hasta que llegó la cena. Después volvió casi a la situación con la que ingresó, incluso con trabajo respiratorio abdominal. Cuando yo me fui, lo último que supe fue que por la noche iban a aplicarle otro ciclo de CPAP. Hoy veré cómo sigue.
Mi primer comentario quiero que sea una lectura...
ResponderEliminarhttp://sobenfee.org.br/site/download/artigos/Hollywood-La-enfermera-no-es-chica-para-todo.pdf
A través de la misma, me gustaría que reflexiones sobre el papel de la enfermería como profesión, como marketing laboral, como equipo, ... Me gustaría que aportes tu visión de la enfermería, una reflexión sobre el artículo y cómo influye o visualizas el mismo en el rotatorio de Practicum III que estás a realizar.
espero vuestra reflexión...
que es la ventilación mecánica no invasiva??que es la BIPAP?y la CPAP??que diagnósticos enfermeros puedes hacer uso de estas intervenciones??que le pasa al paciente??que diagnóstico enfermero realizarías??
ResponderEliminarSobre el artículo de Hollywood, Te dejo una reflexión como modelo de un compañero, pero estoy seguro de que vosotr@s podéis añadir y reflexionar sobre esta nuestra profesión, adjuntar bibliografía donde apoyar vuestro argumento y, en definitiva, favorecer y defender nuestro marketing profesional:
ResponderEliminarFernando Molero Pérez
2º de Grado en Enfermería.UCM
TAREA 1.
Por lo general comparto las ideas reivindicatorias del artículo de Laura A.
Stokowski. En la mayoría de series y películas de Hollywood la imagen de la
profesional enfermera aparece distorsionada, tergiversada según las perversas
fantasías de guionistas y productores con ignorancia selectiva y una insaciable sed de
audiencia. Y me refiero a ignorancia selectiva porque no es que desconozcan el rol de
la enfermería en los procesos hospitalarios, sino que lo dejan a un lado en su objetivo
clasista de desvirtuar a este colectivo en favor de los médicos.
Hoy en día, el hecho de que la medicina sea una profesión mucho más valorada
que la enfermería es el resultado de diversas circunstancias que produjeron una gran
desigualdad social a lo largo de la historia que aún prevalece fuertemente arraigada en
el inconsciente colectivo. ¿Quién no ha escuchado algun vez a algún familiar
deshacerse en elogios porque el hijo de la prima de un amigo suyo es abogado,
ingeniero o médico? ¿Por qué la enfermería u otras carreras no pueden ostentar
semejante prestigio?
Concretamente la enfermería a lo largo de la historia ha sido una disciplina
reservada únicamente a la mujer, que por su estatus en injusta inferioridad en las
sociedades occidentales ha ido arrastrando ese yugo que es la falta de reconocimiento
social y la creación en torno a la figura de la enfermera de un arquetipo que se aleja
mucho de la verdadera imagen de las profesionales de este campo. Un arquetipo
basado en la subordinación de la enfermería a la medicina hasta el punto que las
enfemeras parecen, como indica Laura A. Stokowski en su artículo, pusilánimes
secretarias de los médicos, perritos falderos sometidos alegremente a su voluntad, y
en la transformación de la figura de la enfermera en un fetiche sexual, una ninfómana
sin reparos en hacer realidad todas tus fantasías, todo esto aderezado con un chorrito
de represión edípica por la connotación maternal de esta profesión. Esta última idea
de la enfermera como fetiche sexual aparece claramente reflejada casi siempre en
publicidad, pero tambien en series de gran audiencia como “Anatomía de Grey” o
incluso películas de gran trascendencia como “Kill Bill”, con una exuberante Daryl
Hannah desfilando por el pasillo de un hospital embutida en un sugerente vestido
complementado con cofia, tacones y maquillaje propios de una vulgar meretriz.
Mi conclusión es que hay que poner freno a este tipo de difamación de la figura de
una de las profesiones más antiguas y respetables que existen, y eso solo pueden
hacerlo las propias enfermeras mediante la excelencia en el trabajo y reivindicaciones
como las que aparecen este interesante artículo de Laura A. Stokowski.